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jueves, 7 de junio de 2012

Sintiéndolo mucho




Me llamo X, trabajo como camarero a tiempo completo en una cafetería del centro de mi ciudad. Aunque sea un trabajo bastante esclavo y cansado, a veces hasta desagradable dependiendo de a clase de gente te toque servir, soy feliz. Siempre he sido feliz, pero dentro de mi, había algo que me impedía serlo completamente hasta hace cinco años. El problema tenía que ver con mi padre, y hasta esa fecha no lo solucionamos, yo no lo entendía a él, ni su forma de actuar, y él tampoco entendía el por que de mi enfado.
Si se preguntan, por que precisamente ahora cuento esto, es muy sencillo de entender, mi padre falleció ayer. Necesito y quiero escribirlo para poder desahogarme, no voy a pagar un psicólogo, por que no tengo el dinero necesario, he donado todo el dinero de la herencia a un hospital oncológico, así que este es el mejor método que se ocurrió ayer por la noche mientras cenábamos, lo que quedaba de la familia, en la casa de mi padre tras el funeral.
Tengo dos hijas con mi mujer, a la que conocí con veintiún años, yo ya estaba detrás de la barra trabajando, soy muy duro de entendederas como para estudiar y el trabajo de camarero la verdad es que se da francamente bien, no es por ser presumido pero me lo han comentado cientos de veces. Lo recuerdo perfectamente ella se acerco, a la barra con un precioso vestido rojo en un día primaveral, a juego con los más maravillosos labios que uno pueda imaginar. Ella que no bebe absolutamente nada de alcohol, me pidió un ginger ale,  a lo cual tarde en reaccionar, no se cuanto, por dos razones, primero jamás nadie me había pedido esa bebida, es un refresco con burbujas de jengibre, y la segunda fue que me enamore completamente de ella, me quede embobado, con la boca abierta. Naturalmente nosotros en la cafetería no teníamos esa bebida pero me disculpe un segundo y como un rayo me acerque a un Pub Irlandés en la esquina para saber si tenían aquella extraña bebida, la cual compre. Un botellín de veinticinco centilitros, jamás olvidare el olor del jengibre, y su cara de sorpresa cuando me vio llegar sofocado entrando por la puerta trasera. Me dijo que había sido muy amable y que no tenía por que haberme esforzado tanto. Desde ese momento mi corazón es suyo. Y jamás me ha decepcionado, ha sido una excelente amiga, novia, esposa, madre…
Ahora entiendo por el calvario que debieron pasar mis padres, cuando su matrimonio empezó a hacer aguas, un barco que irremediablemente va hacía el abismo, y del cual todo el mundo se desentendió, sobre todo su tripulación la cual hasta que el naufragio no fue visible no se dieron cuenta o no quisieron darse cuenta.
Mi padre conoció a mi madre cuando él y su familia se mudaron al pueblo en que hemos residido de entonces. Se conocieron en el colegio, y desde el principio fueron muy afines, mi madre sentía autentica devoción por mi padre, que actuaba como el James Dean del pueblo, no es que lo haya visto, de echo no consigo imaginármelo, pero todo el mundo me lo ha dicho, incluso el director de su escuela que años después fue el mío, para mi madre mi padre era un sueño hecho realidad su autentico rebelde sin causa en carne y hueso. Fueron años muy felices para ellos, cosa en la que han coincidido los dos al contarlo, pero en aquella época la información sobre sexualidad era un tema tabú y brillaba por su ausencia, y mi madre se quedo embarazada con diecisiete años de mi hermano mayor.
Mi padre al igual que yo no era un as en los estudios, las dos familias hablaron, estaba claro que debían casarse, de eso no cabía ninguna duda, pero en la familia de mi padre eran reacios que se pusiese a trabajar, mi abuelo era un acérrimo defensor de la escuela pública y del derecho a la educación gratuita para toda la población y veía como un fracaso que su único hijo varón no terminase los estudios. Al final la opinión de la familia de mi madre predomino y mi padre tuvo que dejar los estudios.
El padre de mi madre, es decir mi abuelo materno era el enterrador del pueblo y recientemente el puesto de su ayudante había quedado vacante. Automáticamente ese puesto paso a mi padre, que vio como todos sus planes de futuro eran lo primero que debía enterrar.
Mi padre siempre fue, y ha sido un soñador hasta el día de su muerte, y el trabajo le empezó a hacer mella desde el principio, como todo el mundo se puede imaginar ser enterrador no es precisamente el trabajo más alegre del mundo, también se puede decir que de trabajo tampoco iba a estar corto nunca. Mi padre lo acepto, como lo puede aceptar cualquier chaval de dieciocho años, a regañadientes. No por que no quisiese trabajar sino por que para el la tristeza con la que convivía en el trabajo se le contagiaba en el resto de ámbitos de su vida.
Empezó a hablar cada vez menos, mi madre me contó que mi padre era un prodigio de la palabra, alguien que siempre tenia algo que contar, que responder, que intercambiar,… poco a poco empezó a encerrarse en si mismo, sin que mi madre, preocupada por el día y noche nada pudiese hacer. Mi madre tenia un sentimiento de culpa muy grande, se echaba la culpa del embarazo, aunque no fuese así desde luego. Y mi padre también con sus silencios daba por buena siempre esa explicación, él sabia que no era cierto, que no era culpa de mi madre pero supongo que era su forma de descargarse de todas las pesadas tristezas que veía día tras día en el cementerio.
De pequeño jamás vi sonreír a mi padre, nunca jugué con el, siempre le recuerdo llegar a casa e inmediatamente sentarse en el sofá a tomarse una copa viendo la televisión, sin prestar atención a todo lo que le sucedía en el día a día a su familia, era un mueble más, con la única diferencia que era quien hacia entrar el dinero en casa. Así como debería decir que jamás le vi discutir con mi madre ni tampoco llevarla la contraria en cualquier cosa que ella creería que fuese bueno, para mí y mi hermano o para la casa. Estaba embriagado por la tristeza más absoluta que nadie pueda imaginar.
Algo que jamás no nos contó fue que asiduamente y dos veces por semana jugaba a la lotería.
Cuando yo tenía diecisiete años llegaba a casa de una fiesta del colegio sobre las tres de la madrugada, cuando abrí la puerta, dentro había una maleta bastante grande con una nota pegada, que decía lo siguiente:

Querida familia me ha tocado un premio bastante importante, os dejo la mayor  parte del premio para que podáis vivir desahogadamente, yo marcho a otra parte, necesito satisfacer necesidades que deje apartadas y olvidadas para dedicarme a la familia.

No había ninguna explicación más, ¿se iba para no volver?, ¿volvería a los tres meses?, ¿un año? Dejo una familia hundida, deprimida,…
Dejo dinero sí, pero acaso alguien cree que eso tapaba algún agujero, que dejaba en nosotros mi padre. Para nosotros los hijos fue un infierno, pero para mi madre, fue el fin, se pasaba en la cama el día llorando, y sacando fuerzas únicamente para lo imprescindible, la persona a la que había dedicado toda su vida, la única que había amado, la abandonaba con una nota de tres líneas, una madrugada, escapándose como si fuese un ladrón. ¿Eso era todo lo que se le ocurría después de veintitantos años juntos?
Al de un año mi madre enfermo de cáncer de mama, justo antes de que le fuese diagnosticado el cáncer, llego una carta, era de mi padre. La carta la recogí yo, y aunque iba dirigida a mi madre, al ver que el remitente era mi padre, la abrí, en ella mi padre, pedía perdón a mi madre, le daba un montón de explicaciones, le pedía perdón por todo y permiso para poder volver a casa. Evidentemente yo seguía enfadadísimo con mi padre, y no le di esa carta a mi madre. Me la guarde.
El cáncer fue muy agresivo con mi madre y pese a que teníamos dinero para ir a los mejores hospitales oncológicos, no lo supero. Supongo que la falta de ilusión con seguir adelante con su vida tenía que ver con mi padre. Justo un día antes de que mi madre falleciera, localice a mi padre a petición de ella para que lo supiese. En la dirección de remite de la carta de un año antes, me dieron un número de teléfono en el que conseguí localizar a mi padre. Inmediatamente se desplazo hasta nuestra ciudad.
Yo no quería hablar con él, ni si quiera verle, pero insistió muchísimo, me preguntó de por que no le habíamos avisado de que estaba enferma para poder venir a despedirse, y entonces yo le explique, como la carta que él había mandado a mi madre hacía algo más de un año, no se la había enseñado a ella, hasta que estaba en su última semana y que entonces ella se alegro muchísimo, que fue la primera vez en años que la veía recuperar la sonrisa, y que a pesar de que le explique que la había escondido, no se enfado, que me entendió perfectamente, que me pidió su último deseo a pesar de que conocía mis reticencias, me pidió que buscase a mi padre, a él, lamentablemente no conseguí que fuese a tiempo ya que ella falleció antes. Cuando mi padre escucho mis explicaciones explotó, se enfado muchísimo pero después de unos días así se hundió.
Me explico todo lo que le había sucedido para tomar una decisión tan drástica como abandonarnos, y a pesar que para mí no fueron suficientes, le perdone. Le perdone por mi madre, por que se que ella me lo habría pedido. Después de eso siempre hemos tenido una relación ciertamente extraña, como es natural para mi ha sido muy duro, auque lo que me hizo llevarlo mejor fue que mi padre se fue abriendo poco a poco, explicándome el error que cometió como jamás consiguió olvidar a mi madre, y lo mucho que la admiraba por como había llevado todo. Nunca le vi con ninguna otra mujer, no quería, ahora que disponía del tiempo y el dinero necesario para hacer lo que más le gustaba, y es cuando más tiempo paso en el cementerio junto a la tumba de mi madre, todas las mañanas llevando flores, y todas las tardes leyéndola libros. Ahora ya están juntos.


Un saludo.

Eka.
 

viernes, 1 de junio de 2012

Spiderman y La Gata Negra: El mal que hacen los hombres.


Guión: Kevin Smith
Dibujo: Terry Dodson
Edición España: Panini Cómics
Contiene: Spider-Man & The Black Cat: The Evil That Men Do Nº 1-6 USA
Colección: Marvel Deluxe


Este comic, de Spiderman, ahonda en la relación de que tiene con La Gata Negra, es decir Felicia Hardy, una potente Felicia en este caso. Se lee con gusto, esta escrito con muy buena mano por Kevin Smith, también conocido como director de cine.
Se puede ver la picante relación que tienen, Spidy y La Gata, que quizás nos pueda recordar un poco a la que mantiene Batman con Catwoman, es decir, ni si, ni no, ni todo lo contrario.
Aparece un nuevo enemigo para ambos con otros superpoderes que descibrirán poco a poco a lo largo del comic y que deja un final… abierto. Destacando la aparición de Daredevil también.
Como conclusión, me parece totalmente recomendable para una amena lectura que no nos complica demasiado, con la introducción de tramas de otras entregas. A parte de que la gata nos alegra cada vez que sale, no como otras ex conocidas más sosas, con sus piques con nuestro amigo araña. Es gata y araña.

Nota: 7.

Saluditos Eka.